Yo compré un castillo

La vida aburrida de Joan en la gran metrópoli de London le llevó a buscar entretenimiento y esa suerte que jamás había tenido. ¡Bingo! Le tocó un dinero que a ella podía parecerle mucho, pero que en realidad era muy poco para comprar un castillo y Joan, en una subasta, consiguió comprarlo. ¡Horror, horror, no sabía bien lo que había llegado a comprar y ese día comenzó su increíble tragedia! La codicia, la lascivia, seres que ni en una pesadilla hubiera llegado a imaginar jamás que pudieran existir y que iban a pagarle con valiosas monedas de oro que no llegarían a enriquecerla. La codicia cedió ante el espanto y todo un mundo de embrujos y maldiciones se precipitó sobre aquella mujer anodina que se había atrevido a comprar el Castillo del Conde Roxlasky.

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