En tierras donde la ley estaba del lado del más poderoso, tierras donde el poderoso cambiaba las leyes a su interés, los granjeros que no utilizaban las armas se veían excluidos y sometidos. Decidieron pagar a un gun-man para que les liberara de Chistopher Wood, dueño y señor de todo, pues hasta tenía el poder de desviar el trazado del ferrocarril a su conveniencia. Aquellas buenas gentes que habían visto secar su río, creyeron tener mala suerte: Su pistolero acababa de ser tiroteado por un texano que durante un tiempo había dejado de ser un Ranger para hacer un ajuste de cuentas. El ex-sargento de los Rangers aceptó ocupar el puesto del pistolero que iban a contratar y el cementerio comenzó a tener más tumbas. Mientras la hermosa y solitaria Meg ponía una flor silvestre en cada tumba porque no sabía cuál era la de su hermano, el texano Silverman sí encontraría al que lo había asesinado.
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